AP foto / Ariel Leon, Archivo
Bogotá.— La excomandante sandinista Dora María Téllez agradece al presidente Andrés Manuel López Obrador que haya intercedido por ella en diciembre pasado ante el gobernante de Nicaragua, Daniel Ortega, cuando éste la mantenía encarcelada por su condición de opositora, pero también le pide al mandatario mexicano ir más allá.
“Esperamos que haya una condena clara, explícita y directa del gobierno del presidente López Obrador a la dictadura de Ortega, que es responsable de la violación masiva de derechos humanos y de fraudes electorales que están a la vista”, dice a Proceso la dirigente opositora.
Y señala que la postura del mandatario mexicano frente a la crisis política, social y de falta de garantías individuales que vive Nicaragua desde 2018 ha sido “distante” y “cautelosa”, aunque por momentos ha marcado “una línea de separación importante con la política de Ortega y (su esposa Rosario) Murillo (la vicepresidenta)”.
La excomandante guerrillera dice que, “a su manera”, López Obrador ha tomado distancia del régimen de los Ortega-Murillo, pero sin condenar la represión contra opositores y manifestantes, las masivas detenciones ilegales, la proscripción de partidos políticos y los fraudes electorales denunciados por organismos internacionales, como la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Me ha sorprendido realmente que la posición del gobierno del presidente López Obrador haya sido, inicialmente, totalmente distante del tema de Nicaragua. Luego, en la OEA, México hizo la salvedad de que había que respetar derechos humanos, pero sin una condenada seria, contundente, a la dictadura de los Ortega-Murillo”, afirma.
La crisis en Nicaragua, asegura, “no es un asunto simplemente político, sino que es una violación masiva de derechos humanos; son más de 330 muertos por la incesante represión, es la confiscación de propiedades a los opositores, es el cierre de medios, es el éxodo de medio millón de nicaragüenses, una cosa realmente tremenda, porque se lanza a las personas a la pobreza y a buscar vida a la brava, en cualquier parte”.
Lo que más le llama la atención a Téllez sobre la posición de México es que en 1979, cuando los sandinistas luchaban contra la dictadura de Anastasio Somoza, el entonces presidente mexicano José López Portillo asumió “una posición súper deliberante y completamente comprometida con la defensa de los derechos humanos y de la democracia en Nicaragua”.
En ese entonces, cuando Dora María era conocida como “Comandante Dos” de la guerrilla sandinista, “no hubo un parpadeo en la posición de México, que fue absolutamente esencial en la lucha contra la dictadura de los Somoza”, una dinastía familiar que había gobernado a sangre y fuego Nicaragua 42 años.
“Por eso –dice la dirigente opositora– es que me llamó la atención esa distancia inicial del presidente López Obrador con el tema, habiendo una tradición tan brillante de la política exterior de México.”
Téllez fue excarcelada el pasado 9 de febrero junto con otros 221 presos políticos del régimen Ortega, quien de inmediato los desterró a Estados Unidos. De las cárceles los mandó directamente a un avión que los trasladó de Managua a Washington.
La excomandante guerrillera y ministra de Salud durante el primer gobierno de la Revolución Sandinista (1979-1990), que encabezó su entonces compañero de armas Daniel Ortega, radica temporalmente en Savannah, Georgia, desde donde habla con este semanario vía telefónica.
El pasado miércoles 22 López Obrador reveló en su conferencia de prensa mañanera una carta que envió el 1 de diciembre anterior a Daniel Ortega en la que le expresaba su disposición de recibir a Dora María en México para brindarle atención médica por el delicado estado de salud que, según informes, presentaba en el penal El Chipote, en Managua, donde estaba recluida.
Dora María piensa que la divulgación de esa carta, que Ortega no respondió, marca “un punto de distancia” con el cuestionado régimen nicaragüense, que se autoproclama de izquierda y revolucionario, pero que ha encarcelado y perseguido con especial saña a varios dirigentes de la Revolución Sandinista que derrocó en 1979 a Somoza.
“Le agradezco mucho al presidente López Obrador”. señala la excomandante guerrillera, “que se haya preocupado por mi condición y haya pedido mi excarcelación y mi traslado a México, y estoy segura de que ese gesto se sumó a las voces que demandaron no solamente mi liberación, sino la del resto de los otros presos y presas políticas”.
Téllez con Gutierrez Müller y Sergio Ramírez. Presentación en Bogotá
El gobernante mexicano, sin embargo, evadió ese mismo día, el miércoles 22, condenar al régimen de Ortega cuando un reportero le preguntó: “¿Ortega violó los derechos humanos, presidente?”, y él respondió: “¿Por qué no vemos la carta? (que le envió a Ortega). No me voy a enganchar”.
Esa postura elusiva contrasta con la de otros presidentes izquierdistas de América Latina. Hace unos días, luego de que Ortega despojara de su nacionalidad a 94 opositores, el mandatario chileno Gabriel Boric lo llamó “dictador” y el colombiano Gustavo Petro condenó el hecho.
El pasado jueves 23 la cancillería colombiana fijó una postura mucho más contundente al señalar que el gobierno de Petro “ha registrado con repulsión las medidas tomadas de manera arbitraria (por Ortega) contra ciudadanos de su país, cuyo único delito ha sido defender la democracia, el derecho a la crítica y los derechos humanos universales”.
Además, rechazó “los dictatoriales procederes de quien hace traer a la memoria los peores momentos de la dictadura de Atanasio Somoza”.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva también ha dicho a través de su canciller, Mauro Viera, que Ortega es un “dictador” y el argentino Alberto Fernández ha condenado la persecución de opositores nicaragüenses y ha pedido a Ortega respetar los derechos humanos.
“La izquierda democrática de América Latina está completamente alineada con la defensa de la democracia y la defensa de los derechos humanos en Nicaragua, porque, además, Ortega no es de ninguna izquierda ni de ninguna derecha, su proyecto es simplemente el de una dictadura dinástica familiar sin ideología de ninguna especie”, asegura Dora María.
Managua. Saldos de la represión.
El miércoles 22 López Obrador ofreció asilo o la nacionalidad mexicana a los perseguidos nicaragüenses, al tiempo que insistió en que actuará “de manera responsable y prudente” frente al régimen de Ortega y negó que se haya distanciado de él, “porque nosotros no podemos alejarnos de la posibilidad de ayudar en la reconciliación” del país centroamericano.
Téllez, quien permaneció encarcelada 605 días en condiciones deplorables, sostiene que “si nosotros, como latinoamericanos, tenemos tolerancia a los regímenes autoritarios, corremos el enorme riesgo de volver a los años terribles de las dictaduras, con todas sus consecuencias de sangre”.
Por eso, “lo que pedimos de cada gobierno latinoamericano, de los movimientos sociales, es cerrar filas y no permitir que una dictadura se entronice en este continente: lo que nos conviene a la izquierda, y también a la derecha latinoamericanas, es que haya democracia y vigencia plena de los derechos humanos”.
De los gobiernos de Cuba y Venezuela, a los que considera “dictaduras”, no espera nada porque “ellos tienen con Ortega compromisos de otra naturaleza” y también “persiguen a la oposición y restringen los derechos y las libertades ciudadanas”.
Téllez ya tramita su solicitud de asilo en Estados Unidos y el pasaporte español que ofreció a los desterrados nicaragüenses el gobierno de Pedro Sánchez, pero aún no decide en qué país radicará. Quiere estar “lo más cerca de Nicaragua que se pueda”, pero eso también depende de la posibilidad de tener una opción laboral.
“No he entrado en una reflexión seria sobre eso, pero una de mis opciones es México”, asegura. “Quiero mucho a México y es un país que está en las raíces de mi cultura. Somos mesoamericanos, tenemos costumbres parecidas y culturas muy íntimas. Nosotros los nicaragüenses comemos tortilla. Para mí, México es una de mis opciones más importantes”.
En México, Dora María tiene muchos amigos, algunos de ellos muy cercanos, de décadas, y también conoce a muchos mexicanos con los que se ha encontrado en su actividad política, social y cultural.
Ella conoce a Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa de López Obrador, a quien acompañó en Managua el 19 de septiembre de 2017 en la presentación de su libro Antología poética de Solón Argüello, un poeta nicaragüense que luchó en la Revolución Mexicana al lado de Francisco I. Madero.
Murillo-Ortega. Mano dura
En ese evento, realizado en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra, también participó el escritor Sergio Ramírez, uno de los 94 nicaragüenses en el exilio a quienes Ortega despojó de la nacionalidad el pasado miércoles 15.
Dora María, cuyo segundo apellido es Argüello, conoció a Gutiérrez Müller en la presentación del libro sobre Solón Argüello, quien era su familiar. Después, tuvo comunicación ocasional con la esposa de López Obrador.
“No me he comunicado con ella ahora”, indica.
Gutiérrez Müller también es autora del libro Dos revolucionarios a la sombra de Madero: la historia de Solón Argüello Escobar y Rogelio Fernández Güell, este último,
costarricense.
En su mañanera del miércoles 22, López Obrador mencionó al poeta nicaragüense estudiado por su esposa. “Coincido –dijo al referirse a los retiros de nacionalidad que decretó Ortega contra opositores– que la nacionalidad no se puede perder por decreto. Me acuerdo del poeta Solón Argüello, que era nicaragüense, que luchó aquí a favor de Madero y que, por cierto, es familiar de Dora María. Sí, luchó aquí, luchó allá”.
Téllez afirma que el gobierno de Ortega, quien se mantiene en el poder desde 2007 gracias a tres reelecciones consecutivas –la última, tras encarcelar a todos sus potenciales competidores– está en una condición “crítica y sin regreso”.
Desde que el régimen enfrentó una ola de masivas protestas sociales, en 2018, cuando la policía asesinó a decenas de jóvenes estudiantes, los Ortega-Murillo “perdieron la mayor parte de su base social y, aun usando todos los recursos que tienen a la mano, no sólo han fracasado en resolver la crisis, sino que la crisis se ahonda”.
Entre 2018 y 2022, la economía se estancó, el ingreso por habitante retrocedió a los niveles de 2017 y la pobreza llegó al 46.3% de la población, el tercer porcentaje más alto de América Latina, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Además, el régimen y los Ortega-Murillo enfrentan sanciones financieras de Estados Unidos y la Unión Europea que estrechan su margen de acción.
La excarcelación de Dora María y 221 opositores más es vista como un intento del régimen para que Estados Unidos alivie las sanciones.
Aunque Ortega cerró todos los espacios a la oposición en Nicaragua –que incluye grupos muy variados, de orientaciones políticas distintas y en ocasiones enfrentados entre sí–, Téllez piensa que hay mucho que hacer desde el exterior.
“Podemos contribuir de manera muy importante en la unidad opositora –asegura–, eso es fundamental, y creo que hay muy buenas condiciones para lograrlo, hay bastante ánimo en esa dirección y eso puede ser una contribución decisiva. Por eso es una prioridad para todos nosotros”.